EDITORIAL | La Chiva de Urabá
Mientras algunos políticos pasan el guayabo por haber perdido el control de entes territoriales del cual disfrutaban y hasta abusaban, otros se enroscan con los nuevos mandatarios.
Los que van a caballito son la mayoría de los financiadores, quienes casi nunca pierden porque ponen los huevos en varias canastas, por eso es fácil escuchar a cuestionados contratistas decir: “Yo gané en tal alcaldía a través de un amigo”.
Hay funcionarios que por cuenta de sus managers caen en las administraciones sin haberse quemado las pestañas, conseguido votos o sin tener las capacidades para ocupar los cargos.
Pero a pesar de que se mantiene la tradicional forma de hacer política y acceder al poder, sí hay un nuevo aire, se respira optimismo en la población política por la llegada de los nuevos mandatarios y sus equipos. En todo caso, escoba nueva barre bien, y ojalá fuera así por los cuatro años.
Hay luna de miel entre los entrantes del cuatrienio, sus cercanos colaboradores, los medios de comunicación, los concejales y las alianzas ganadoras.
Quienes perdieron se mantienen expectantes para lograr acuerdos con el poder o convertirse en alternativa en la medida que se desgastan los que mandan, cometan errores, abusen o se dejen inducir al error.
Las comunidades están esperando que los nuevos alcaldes y concejales no hagan hechos deshonestos para apropiarse de los recursos y empresas de los asociados, ni generen escándalos o queden envueltos en líos judiciales, como ocurrió con algunos de sus antecesores. La gente quiere gobernantes que generen confianza y que no asuman el poder con mentalidad criminal.
El ejercicio del poder público genera, para quienes están al frente, ganancias políticas, sociales y económicas. Pero por favor señores, usufructen el poder con decencia.