Tres árbitros argentinos fueron amenazados por ‘Popeye’, sicario de Pablo Escobar, en la previa a las semifinales de la Copa Libertadores de 1989 entre Atlético Nacional y Danubio.
Se trata de Carlos Espósito y sus compañeros Abel Gnecco y Juan Bava, quienes vivieron una pesadilla desde su llegada al aeropuerto en Medellín, pues las personas que los recibieron sólo parecían darles un mensaje subliminal durante el recorrido al hotel al mencionar dónde habían tirado los cuerpos de personas asesinadas por no acceder a sobornos ‘Acá mataron un árbitro, acá tiraron a un juez de línea…’.
Durante una entrevista con Radio La Red el árbitro argentino Carlos Espósito contó detalles del infierno que vivió: “Después de mucha espera fuimos al hotel. Los árbitros no acostumbrábamos a dejar el hotel. Me invitan a una cena y les dije que no. Me levanté a pagar y le dije a la camarera que me llevara un bidón de agua, porque no había agua potable en ese momento en Medellín”.
Luego de una corta espera el agua llegó a la habitación. Sin embargo, no era el tamaño que él había solicitado, por lo que la camarera tuvo que regresar por una botella más grande: “Vuelven a golpear la puerta y le pido a Juan que se levantara para abrir. Y mover a Bava es difícil, es una mole, pero voló. Entraron cuatro, uno con ametralladora. A Gnecco le pusieron una nueve milímetros en la cabeza. Y atrás entró el famoso Popeye, bien vestido, traje, corbata. Traía un maletín. Lo abrió y dijo ‘acá hay 250 mil dólares. Llévenselo, tranquilos, van a salir de Colombia sin problemas”.
Los árbitros respondieron que habían venido a Colombia a trabajar como correspondía. A lo que ‘Popeye’ respondió cerrando el maletín y diciendo: “La vida de ustedes acá no vale nada, y en Buenos Aires nos puede costar 1.000 dólares por cada uno”, y se marchó.
Después de esa desagradable visita, los árbitros no sabían qué hacer: “No sabíamos para qué lado arrancar. Les sugerí agarrar las valijas e ir a dormir al aeropuerto. Pero Gnecco, que conocía Colombia y que una vez le habían bajado una puerta de un tiro, me gritó: ‘¡Escuchame pelotudo, nosotros de acá no nos podemos mover!’”, añadió Espósito.
Los hechos ocurrieron un día antes del partido, al que los equipos llegaron con un marcador de 0-0 (ida), y que tuvo lugar el 17 de mayo de 1989.
Durante su estadía en el hotel, los árbitros fueron vigilados por cinco tipos que permanecieron en la calle sin moverse. Además, fueron engañados por un árbitro colombiano para salir de la habitación y asegurar su presencia en el decisivo partido: “Vino un árbitro, de apellido Sierra y nos dijo que nos debíamos levantar porque había que ir a sacar un permiso de trabajo. Terminamos yendo. Pero al llegar al lugar no había nadie. Era feriado. Entonces le tiré ´pelotudo, nos sacaste a propósito. De ahí fuimos directo al estadio», detalló el ex árbitro Carlos.
Espósito aseguró que no pudieron dormir, pues la aterradora situación no se los permitió. También cambiaron su vuelo de regreso para salir de Medellín a Bogotá la misma noche del partido: “El partido terminó 6-0. En alguno de los goles miré a Bava y nos hicimos la cruz. Al final hubo como 15 muertos por la gente que salía a los balcones y tiraban los tiros al aire. Nos terminamos yendo al aeropuerto, y estaban los uruguayos, que se tomaban el mismo vuelo. Vino el presidente de Danubio, un tipazo, y me preguntó si la habíamos pasado mal. Sabían todo. A ellos les había pasado lo mismo (…) Menos mal, Nacional ganó ese partido 6-0. Si no, no sé qué habría pasado”.
Tras pasar a la final, el equipo colombiano terminó consagrándose campeón al vencer a Olimpia, de Paraguay en la final (2-2, marcador global. 5-4, en penaltis).