Por Jairo A. Banquett-Desde El micrófono, El Aposento Alto, o Caño Montería
Cada mañana, miles de hombres y mujeres madrugan a trabajar la pequeña parcela, o la gran finca platanera o bananera, con sus manos podan las palmas de aceite, recogen los mangos, papayas, frutas, rosas y verduras, abonan el arroz, el ñame, el maíz y ordeñan las vacas. Dan de comer a las gallinas, recogen los huevos y cuidan los pollos. Alimentan a los gatos y los perros.
Preparan su primer traguito de agua de panela o Café, desayunan en muchas partes del campo todavía conservando sus alimentos en hojas de vihao, se curan las enfermedades con las plantas que heredaron y que la alopatía no ha podido derrotar.
Así es la gente de mi tierra cordobesa, paisa y negra, somos Urabá, somos la despensa alimenticia del mundo, ojalá nos atrevamos a cultivar alimentos limpios, recuperando nuestras semillas, y saberes ancestrales, no necesitamos de pesticidas, ni fungicidas, ni abonos tóxicos.
Esta historia continuará…