«Sinceramente yo me sentí vencedor porque di los mejores golpes. No sé qué están viendo los jueces. Un saludo para mi mamá en Chigorodó, otra vez será».
Fue lo primero que expresó el boxeador al bajar del cuadrilátero de una vez el referí central anunció que el ganador de la pelea en la división de los 52 kilogramos; en decisión cuatro por uno era el japonés Riomel Tanaka, lo que le quitaba la posibilidad de estar en el podio como lo había presupuestado desde los Olímpicos de Río.
Tanaka, a las 9:45 de la noche, hora de Colombia del día 2 de agosto, recibió lo que el boxeo se llama una verdadera paliza desde el primer asalto, terminó agarrándose sobre las cuerdas, los golpes recibidos se le marcaban en el rostro y en toda su humanidad, prácticamente terminó sin poderse sostener de pie, pero así cuatro de los jueces lo vieron ganador, lo que conllevó a una andanada de protesta en medios de comunicación y redes sociales.
El japones salió del escenario en silla de ruedas
Horas más tarde Yubergen virilizó su protesta en redes sociales: «Quiero ser feliz…un robo malparidos» gritó a los jueces que lo despojaron de lo que sería una medalla segura, como ya había alcanzado plata en Río en 2016.
«Propongo una caravana de todo Urabá para recibir a Yubergen en el aeropuerto…y hacerlo sentir como lo que es un campeón olímpico. Quién se apunta…en motos, ciclas y carros…»Urabá tierra de campeones», escribió Fernando Ñungo, artista de la región